El éxito de nuestra disciplina radica, principalmente, en la aplicación de una técnica específica para la ejecución de ejercicios y movimientos. Por supuesto la respiración juega un papel muy importante, y es aquí donde Pilates se diferencia de otros métodos. ¡Hoy hablamos de la respiración en Pilates!
Como seguro que ya sabes, la eficacia, estabilidad, precisión y el control son los principios a seguir en los ejercicios de nuestro método. No obstante, siempre hay que acompañarlos de una respiración específica, ya que el ejercicio pasa a ser más seguro y efectivo.
En la fase de inhalación lo que perseguimos es expandir el perímetro de la parte inferior de las costillas. De esta manera, conseguimos aprovechar la capacidad pulmonar para oxigenar y facilitar el intercambio que se produce dentro de los pulmones. Es así como se libera la tensión de la zona superior de la caja torácica, aportando flexibilidad a las articulaciones de las costillas. Además, en esta fase se favorece la organización del tronco con la elevación escapular y la rotación interna de los húmeros.
Por su parte, en la fase de exhalación expulsamos el aire profundamente, de manera que conectamos con el trasverso (abdominal profundo). Producimos de esta manera un estrechamiento de la musculatura de la zona abdominal profunda. También trabajamos el suelo pélvico para proveer al cuerpo de mayor estabilidad a través de pelvis y columna.
Y es que, tal y como decía Joseph Pilates, la corrección e higiene postural es básica e imprescindible para la ejecución del método Pilates y esa corrección postural debe partir de una correcta respiración.
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